La ciudad se transforma, se disfraza, y se coloca la máscara de la feliz opulencia. Alfombras rojas invitan a caminar hacia un mundo de consumo mientras las iluminadas calles indican cual pista de aterrizaje como llegar a la zona de tiendas a golpe de pandereta. La más que mencionada y explotada “crisis” se oculta y se escapa. Nada debía recordar la realidad económica que se vivía a una población sedienta de perfumes, pantallas de plasma, Ipods ,cremas faciales…Los valores morales mutan en valores materiales, y todos necesitamos de todo. ..
La típica felicitación que los comercios daban a sus clientes debía transformarse.
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