¿Quien empuja a las bestias que comen en la mesa? Se sientan sin saludar y tapan el sol. Por eso en Pontevedra nunca amanece y la lluvia se llena de dias...un cementerio de paraguas. Me ha salido una cabeza de animal que me pongo para dormir y a veces para comer cuando me entra el hambre bruta. Tantos dientes y tan poco ritmo animal...al final tampoco sirve de mucho porque mi cerebro sigue siendo un cacahuete con memoria de pez en escabeche. Debe ser la humedad de aquí. Ahora se ha atrincherado y crece en las paredes de mi habitación, y los ácaros corren en manada entre los espacios donde se rozan las cosas. Estornudo cada vez que enciendo la luz. No tengo ni una aguja, se han quedado todas incrustadas en las uñas. Aunque cada vez que abro el armario hay mas tuercas, más dedos, más uñas y muchas telas con olor a sobaco viejo.
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